sábado, 5 de junio de 2010

LA HIJA DE UN IMÁN

Desde el propio comienzo del cristianismo, los fieles seguidores de Jesucristo fueron perseguidos y sus escrituras destruidas. Sin embargo siempre hubo valerosos creyentes que las copiaban a mano, o en tiempos más recientes las imprimían secretamente, y las contrabandeaban a los lugares restringidos. Todavía hoy en día se contrabandea la Biblia a países comunistas, como Corea del Norte, y países islámicos, hinduistas o budistas.

Algunas personas cuestionan este procedimiento de cristianos que quebrantan las leyes para llevar a cabo estas tareas clandestinamente. La Voz de los Mártires es uno de muchos ministerios cristianos que quiebran la ley humana al contrabandear Biblias. Sabemos que este libro contiene palabras de vida eterna y hemos visto su impacto en un sin fin de ocasiones.

Para dar un ejemplo queremos presentar el testimonio de una mujer que antes era musulmana, que vive en un país estrictamente islámico y que conoció a Cristo gracias a que alguien quebrantó la ley para darle la Palabra de Dios:

“Mi padre era Imán (es decir un líder o maestro musulmán). Me dijo que no me sentara con cristianos o comiera con ellos porque quienes dicen que Jesús es el Hijo de Dios son pecadores. En el trabajo, a la hora del almuerzo, yo estaba comiendo vegetales, arroz y papas junto a cinco muchachas musul­manas. Los cristianos comían en diferentes mesas. Hablábamos sobre el Islam. Le dije a una muchacha que mencionó a Jesús, que hacía mal, que el camino correcto era el Islam. Después de un tiempo, esa muchacha dejó de trabajar en la fábrica. Había una mezquita en la fábrica. A los musulmanes se les permitía una media hora para orar ahí, pero a los cristianos no se les dejaba tomarse un tiempo para orar.

“Un día, un nuevo empleado se sentó cerca de nosotros a comer. Lo habían desig­nado a mi grupo de trabajo. Le pregunté a mi jefe, como siempre lo hacía, si el nuevo empleado era cristiano o musulmán. Cuando supe que era cristiano, le doblé su cuota de trabajo acarreando cajones. Lo odiaba. Su cara estaba muy triste, y trató de renunciar a nuestro grupo pero no se le permitió. Al principio quería darle una golpiza, pero luego de una sema­na, decidí convertirlo al Islam y comencé a hacerle preguntas sobre Jesús. Él me contestó tan amablemente, comparando la Biblia con el Corán, que después de seis semanas le pedí que, por favor, llevara su Biblia para que yo pudiera leerla.

“El trajo una pequeña Biblia blanca, la cual escondí en mi casillero de trabajo. Una semana más tarde, la llevé a mi casa y la escondí bajo la ropa de mi armario. Cuando mi padre salía en la noche a orar a la mezquita, y mis hermanos iban a visitar a sus amigos, sacaba la Biblia y la escondía detrás de un chal para leerla. Si mi familia entraba de repente, supondrían que leía un libro de historia. Cuando mi amigo de trabajo me dijo que comenzara a leer el Nuevo Testamento, leí donde Jesús dijo "Yo Soy El Camino, La Verdad y La Vida...”. Me detuve y comencé a pensar sobre ese verso por una semana. Después de seis semanas, lentamente había leído los primeros ocho capítulos de Mateo, llegué a la parte del capítulo ocho que trata de los endemoniados gadarenos. En el momento cuando leí los versos 33 y 34, donde la gente le pidió a Jesús que se fuera, me sorprendió mi hermano mayor.

“Este llamó de inmediato a mi padre que entró y me gritó: ¿Qué estas escondiendo? ¡Levántate! Les respondí: - Sólo es un libro... Dijo mi padre - ¿Qué libro?... Luego vio el título: "Santa Biblia" y me lo tiró en la cara. Me gritó: ¡Te has hecho cristiana! Le contesté: Esta es la Palabra de Dios. - Había estado yendo a reuniones cristianas se­cretamente por seis semanas con mi compañero de trabajo. Me sentaba bien atrás, vestida de negro y con un velo, y finalmente le pedí a Jesús que entrara en mi corazón.

“Luego mi hermano rompió la Biblia. Él y mi padre comenzaron a gritar y a gol­pearme. Rompieron un vidrio en el suelo. Mis pies estaban cortados y sangrando. Por una hora, me abofetearon, me patearon y jalaron de mi pelo. Mi cuñada trató de alejarlos de mí, pero no lo logró. Luego me golpearon con un palo, gritando: Deja la Biblia y no hables con los cristianos...

“Después de dos semanas me deja­ron regresar al trabajo ya que yo traía dinero para la familia, pero siguieron persiguiéndome.

“Después de seis meses, me casé con el hombre amable de la fabrica, el mismo que yo antes odiaba. Cuando nació nuestra hija, fui a una oficina de teléfonos públicos para llamar a mi familia y contarles las buenas noticias. Cuando el jefe de la ofi­cina de teléfonos escuchó mi conversación por teléfono, que me había convertido al cristianismo, me llevó a una habitación y sosteniendo una pistola me violó.

“Debido al constante peligro, nos hemos mudado a 12 diferentes lugares. En muchas ocasiones compartimos, mi esposo y yo, a Jesús con otros musulmanes. Ya dirijo un grupo de oración de mujeres.

“Cuando leí en la Biblia que los pájaros y las zorras tenían lugares donde dormir, pero que Jesús no tenía donde recostar la cabeza, me sentí muy feliz por dentro sabiendo que yo soy igual que Jesús. Estamos contentos y seguros que Jesús cuida de nosotros, y así no nos preocupamos de lo que pueda pasar mañana."

Fuente: VM-Costa Rica

Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí“ (Jn. 14:6). Estas palabras le dijo Jesús a Tomás y las dice también a todo ser humano que quiera escucharlas. No hay otro camino, no hay religión alguna que pueda salvar, solo y únicamente la fe en el Hijo de Dios y en Su sacrificio expiatorio puede salvarnos de la eterna perdición. Esto experimentaron los cristianos que presentamos arriba. Esta fe los hace capaces de no negar la misma, a pesar de atroces persecuciones, sino que, al contrario, siguen testificando de Jesucristo.

¡Oremos por ellos y tantos otros cristianos perseguidos que no conocemos personalmente! ¡Sigamos su ejemplo aunque no tengamos persecución (todavía)!
¡Oremos para que la Palabra de Dios se difunda aún más en los lugares donde hay persecución y muchos sean salvos por medio de Jesucristo! ¡Estudiémosla incansablemente mientras (todavía) tengamos la oportunidad! (Dt. 6:5-7).




Sacado del blog
http://kontranom.blogspot.com/2010/06/una-biblia-para-la-hija-de-un-iman.html

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