hoy me encontré con esta palabra en donde tres hijos de Dios fueron echados al horno ardiente por no adorar la estatua del rey Nabucodonosor, fueron amarrados y atados estos tres hombres y una vez que los tiraron al horno uno de ellos comenzó glorificar a Dios a exaltarlo y clamaron todos a Dios y el Señor los libro de ese dolor y la muerte segura, lo que digo es cuando estemos en la prueba en vez de reclamar y decir que prueba tan dura solamente glorifiquemos al altísimo que todo lo puede y que nos puede librar de muchos problemas que nos afligen.
Fuente Biblia Latinoamericana ya que en la Reina Valera no aparece.
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Daniel
La estatua de oro
7 Por eso, cuando todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta, el cuerno, la cítara, la flauta, el trombón, la gaita y de cualquier otro instrumento, los hombres de todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron en tierra y adoraron la estatua de oro erigida por el rey Nabucodonosor.
Denuncia y condena de los judíos
13 Rojo de ira, Nabucodonosor pidió que le trajeran a Sidrac, Misac y Abdénago; trajeron a esos hombres ante el rey. 14 Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: «Sidrac, Misac y Abdénago, ¿es cierto que no honran a mis dioses ni adoran la estatua de oro que erigí? 15 Pues bien, si ahora mismo están dispuestos a postrarse en tierra cuando oigan el sonido de la trompeta, del cuerno, la cítara, la flauta, el trombón, la gaita y de toda clase de instrumentos, y adoran la estatua de oro, todo estará bien. Pero si no lo hacen serán inmediatamente echados a un horno ardiente. Y ¿qué dios los salvará de mi mano?»
16 Sidrac, Misac y Abdénago respondieron al rey Nabucodonosor: No necesitamos darte una respuesta sobre eso. 17 Si nuestro Dios, al que servimos, quiere salvarnos del horno ardiente y de tu mano, nos salvará. 18 Pero si no lo quiere, has de saber que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que erigiste».
19 Loco de rabia, Nabucodonosor cambió de actitud con respecto a Sidrac, Misac y Abdénago; ordenó que se calentara el horno siete veces más de lo que era necesario. 20 Luego dio orden a los hombres más forzudos de su ejército que ataran a Sidrac, Misac y Abdénago para echarlos al horno ardiente. 21 Ataron pues a esos hombres y los echaron al horno ardiente con sus mantos, túnicas, turbantes y toda su demás ropa. 22 Como la orden del rey era irrevocable, se había calentado el horno al máximo; así fue como la llamarada mató a los hombres que habían llevado a Sidrac, Misac y Abdénago.
23 Esos tres hombres, Sidrac, Misac y Abdénago cayeron en el horno ardiente amarrados. 24 ¡Pues bien, caminaban en medio de las llamas alabando a Dios y bendiciendo al Señor! 25 De pie, en medio del fuego, Azarías abrió la boca y oró de esta manera:
26 «¡Bendito seas tú, Señor, Dios de nuestros padres, que tu nombre sea alabado y glorificado eternamente!
29 Porque pecamos y cometimos la injusticia, alejándonos de ti; hemos pecado en todo eso gravemente; no hemos obedecido tus mandamientos. 30 No los hemos cumplido, no hemos hecho lo que tú nos mandaste para que tu bendición viniera sobre nosotros.
33 Actualmente ya no nos atrevemos a abrir la boca, tus servidores y los que te adoran están cubiertos de vergüenza y de confusión.
34 En honor a tu nombre no nos abandones para siempre ni te olvides de tu alianza.
35 En recuerdo de Abrahán tu amigo, de Isaac tu servidor y de Israel tu santo no alejes de nosotros tu misericordia, 36 tú que prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a orillas del mar.
41 Ahora te seguimos con todo nuestro corazón, te tenemos y buscamos tu rostro. No nos cubras de vergüenza,
42 sino que trátanos según tu benevolencia y según tu gran misericordia. 43 Líbranos con tu poder y haz que veamos la gloria de tu Nombre, Señor. 44 Que todos los que maltratan a tus servidores se vean confundidos y cubiertos de vergüenza, que sean privados de todo poder y de toda autoridad y que sus fuerzas sean aniquiladas. 45 Que reconozcan que tú eres el Señor, el único Dios glorioso en toda la tierra».
51 Entonces los tres, como un solo corazón, se pusieron a cantar, a glorificar y a bendecir a Dios desde el fondo del horno, diciendo:
52 «¡Bendito seas Señor, Dios de nuestros padres, alabado y ensalzado eternamente! ¡Bendito sea tu nombre santo y glorioso, cantado y ensalzado eternamente!
53 ¡Bendito seas en el Templo de tu santa gloria, cantado y alabado eternamente!
54 ¡Bendito seas en el trono de tu reino, cantado y glorificado eternamente!
55 ¡Bendito seas tú que sondeas los abismos y que te sientas sobre los Querubines, alabado y cantado eternamente!
56 ¡Bendito seas en la bóveda del cielo, cantado y glorificado eternamente!
57 ¡Todas las obras del Señor, bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
58 ¡Angeles del cielo, bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
59 ¡Bendigan los cielos al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
61 ¡Todos los poderes del Señor, bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
62 ¡Sol y luna bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
63 ¡Estrellas del cielo bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
64 ¡ Lluvias y rocíos bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
65 ¡Todos los vientos bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
66 ¡Fuego y calor bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
67 ¡Frío y ardor bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
68 ¡Rocíos y escarchas bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
69 ¡Hielo y frío bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
70 ¡Hielos y nieves bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
71 ¡Noches y días bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
72 ¡Luces y tinieblas bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
73 ¡Rayos y nubes bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
74 ¡Bendiga la tierra al Señor, cántele y glorifíquelo eternamente!
75 ¡Montañas y colinas bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
76 ¡Todas las semillas que germinan en la tierra bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
77 ¡Fuentes bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
78 ¡Mares y ríos bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
79 ¡Monstruos marinos y todo lo que se mueve en las aguas bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
80 ¡Aves todas del cielo bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
81 ¡Que todos los animales domésticos y las fieras salvajes bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
82 ¡Ustedes, todos los hijos de los hombres, bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
83 ¡Israel bendice al Señor, cántale y glorifícalo eternamente!
84 ¡Sacerdotes bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
85 Todos ustedes servidores del Señor, bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
86 ¡Espíritus y almas de los justos bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
87 ¡Todos los santos y los humildes de corazón, bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente!
88 ¡Ananías, Azarías y Misael, bendigan al Señor, cántenle y glorifíquenlo eternamente! Porque nos libró del infierno y nos salvó de la muerte; nos arrancó del horno ardiente y nos sacó de en medio de las llamas.
89 ¡Den gracias al Señor porque es bueno, porque su amor es eterno!
90 Todos ustedes que temen al Señor, bendíganlo, bendigan al Dios de los dioses, cántenle y denle gracias porque su amor es eterno.
91 El rey Nabucodonosor se quedó sin resuello, se levantó rápidamente y preguntó a sus consejeros: «¿No echamos a esos tres hombres amarrados al fuego?» Respondieron: «Ciertamente». 92 El rey añadió: «Pues bien, veo a cuatro hombres que caminan con toda libertad en medio del fuego sin que sufran nada; el cuarto se parece a un hijo de los dioses».
93 Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno ardiente y exclamó: «¡Sidrac, Misac y Abdénago, servidores del Dios Altísimo, salgan y vengan para acá!» Entonces Sidrac, Misac y Abdénago salieron de en medio del fuego. 94 Los funcionarios, prefectos, gobernadores y consejeros del rey se juntaron para ver a esos hombres. El fuego no les había hecho nada: ni su cuerpo ni sus cabellos estaban quemados, sus ropas no habían sido tocadas y ningún olor a quemado despe dían sus personas.
Es es la muestra de fe que estos hijos de Dios tenian y en quien confiaban, es por eso que nadie les ganara porque el Señor esta con sus hijos y los librara de todo mal y peleara con todos los que nos quieran hacer mal, pasamos de las tinieblas a la luz, eso es la seguridad que debemos tener.
Dios los bendiga.